Dicen las crónicas que un monje budista...

Автор: Anamaría Ashwell

Журнал: Revista Científica Arbitrada de la Fundación MenteClara @fundacionmenteclara

Статья в выпуске: 1, Vol. 2, 2017 года.

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Crónica del viaje que realizó un monje budista llamado Hwui Shan que arribó a la tierra del Fusang, probablemente Mesoamérica, entre 499 d. C. y 548 d. C. y que retornó a China con noventa años de edad. En el año 629 d. C. un grupo de historiadores oficiales de la corte de la dinastía Liang documentó el extraordinario viaje de los cinco monjes y sus descripciones de la tierra del Fusang. Extractos del Liáng Shū fueron también incluidos por Ma Taulin o Ma Twan-lin en su enciclopedia histórica llamada Wen-hsien t’ung-K’ao «Investigaciones de antiguallas» publicada por el emperador mongol Jintsung alrededor de 1321. Este artículo nos documenta además la resistencia oficial mexicana para abrirse a la posibilidad de iniciar investigaciones ciertas ya que las ofrecidas hieren cierto orgullo nacionalista de los antropólogos mexicanos e impiden profundizar mediante una investigación multidisciplinaria en la posibilidad de alguna interacción cultural asiática en Mesoamérica.

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Fusang, Mesoamérica, Asia, exploradores chinos, monjes budistas, chinos en América precolombina, vikingos en america precolombina

Короткий адрес: https://sciup.org/170163617

IDR: 170163617   |   DOI: 10.32351/rca.v2.1.27

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Dicen las crónicas que un monje budista... 1

Hwui Shan2 nació en Afganistán. Fue un “sha-man”, dicen las crónicas, o un monje budista mendicante que arribó a China cerca del año 450 d.C.

Su extraordinario viaje, en compañía de cuatro monjes, se inició cuando ellos navegaron el gran mar, desde China hacia el Este –entre 499 d.C. y 548 d.C.– hasta arribar a la tierra del Fusang.

Hwui Shan y los cuatro monjes partieron de China durante la dinastía Sung establecida en Nanking (420-479 d.C.); él retornó a China con noventa años de edad, pero no existen registros o noticias sobre la suerte que corrieron sus acompañantes.

Su arribo a China quedó registrado en los archivos de la dinastía Chi’i o Tsi (479-502 d.C.).

Los registros de la dinastía Chi’i3 se perdieron, sin embargo el viaje de Hwui Shan quedó reproducido en los documentos de la dinastía Liang (502-557 d.C.); éstos también se extraviaron, pero por fortuna –en el año 629 d.C.– un grupo de historiadores oficiales de la corte, entre los cuales estaba Yao Silian (557637 d.C.)4 documentó el extraordinario viaje de los cinco monjes y sus descripciones de la tierra del Fusang.

Extractos del Liang Shu fueron también incluidos por Ma Taulin o Ma Twan-lin en su enciclopedia histórica llamada Wen-hsien t’ung-K’ao (Investigaciones de antiguallas) publicada por el emperador mongol Jintsung alrededor de 1321.5

De esta enciclopedia antigua tomó el relato de Hwui Shan el sinólogo francés De Guignes y lo publicó en 1761; posteriormente el alemán Karl Friedrich Neumann lo tradujo al alemán alrededor de 1840.6

El relato del transoceánico viaje de Hwui Shan y sus cuatro acompañantes ocurrió en tiempos del Imperio Romano en Europa y cuando Mesoamérica se distinguía por el predominio de las grandes urbes o centros ceremoniales: Teotihuacan, Cholula, Cuicuilco, en el altiplano; Palenque, Tikal, Izapa, Dzibichaltún, Kaminaljuyú, Abaj Takalik o Piedra Parada, en la región mayaquiché; Monte Albán, en el valle de Oaxaca, así como Chupícuaro, en Michoacán, entre muchos otros.

A este prolongado periodo de la preeminencia de las ciudades ceremoniales, los arqueólogos le dieron el nombre de “horizonte clásico”.

En el siglo V del viaje de los cinco monjes budistas a la tierra del Fusang, como lo argumenta magistralmente C. Duverger, el territorio mesoamericano se organizaba en torno a una rivalidad entre sus zonas nahua y maya que duraría varios siglos.7

Por largo tiempo varios investigadores de cartografías y de las primeras navegaciones transoceánicas desde Asia al Nuevo Mundo, especialmente en el siglo XIX y comienzos del XX, se preguntaron por la localización geográfica de las tierras y culturas del Fusang que Hwui Shan describe en su relato. La posibilidad de que el monje y sus acompañantes hayan arribado al continente americano navegando hacia el Este desde China –el viaje de Hwui Shan ocurrió quinientos años antes que los de Leif Ericson y mil años antes de la llegada de Colón al continente americano– naturalmente dio lugar a muchas conjeturas. Por ello importantes sinólogos, viajeros y naturalistas dieron la noticia del viaje de Hwui Shan y sus cuatro acompañantes; por ejemplo, Alexander von Humboldt lo describe como el Leif Ericson de China seguramente influenciado por sinólogos franceses como M. De Guignes quien, ya en 1761, aseguraba que Hwui Shan arribó si no a México por lo menos hasta California.

Fue, sin embargo, un sinólogo alemán llamado Karl Friedrich Neumann, alrededor de 1841, quien ofreció la propuesta más documentada y audaz: la maravillosa tierra de Fusang descrita por Hwui Shan podía ser, nada más ni nada menos, que México; es decir, las tierras de las culturas clásicas de Mesoamérica.8

LA TRADUCCIÓN Y TRAICIÓN AL INGLÉS DEL RELATO DEL VIAJE DE HWUI SHAN

Entra en escena Charles Godfrey Leland, en ese entonces un joven estudiante de Princeton que alrededor de 1847 asistía a la Universidad de Heidelberg y que conoció las teorías de Friedrich Neumann sobre el viaje del monje budista a México en el siglo V.

Karl Friedrich Neumann (nació en 1798) era profesor de lenguas orientales y de historia en la Universidad de Munich. Este puesto le fue concedido sólo después de que se convirtió del judaísmo al protestantismo; y luego de un viaje a China donde residió dos años y adquirió a sus expensas, en Cantón, una biblioteca de diez mil volúmenes que a su regreso a Alemania donó al gobierno bávaro.

Fue autor de numerosos libros, como lo cuenta Leland, sobre el latín, francés e inglés. En 1841 Neumann publicó el relato original –con una traducción al alemán– del viaje de Hwui Shan tomado de “Investigaciones de antiguallas” de Ma Twan-lin de 1317, y adicionó sus propios comentarios y conjeturas.

Leland tradujo al inglés la versión del chino al alemán de Neumann del relato de viaje de Hwui Shan, según lo explicó él mismo: “Este pequeño trabajo lo he traducido al inglés bajo la supervisión del profesor Neumann”. Sin embargo, existe con fecha de 1871 una carta dirigida a su hermano en Estados Unidos, a quien apresura a buscarle un editor, con esta acotación: “algunas palabras no las entiendo… pero tú puedes corregirlas fácilmente, y si no es así, déjalas pasar, no les des una excusa para no publicarlo, deja pasar las fallas y todo lo demás”. La traducción de una traducción, del alemán al inglés, también cuenta con esta observación en la edición de Leland: “[…] desde que se escribieron los capítulos anteriores, su autor, mi viejo amigo y maestro, ha muerto […]” refiriéndose a los capítulos iniciales que escribió Neumann para la edición de 1875.

La primera traducción de Leland, entonces, de 1871 –y que salió publicada en la revista Knickerbocker de Nueva York en 1874– con todas las salvedades anotadas, será también la que él incorporó al libro editado en 1875.

Esta edición contiene un prefacio con los antecedentes de la investigación sobre el relato de Hwui Shan, una carta de un experto navegante de los océanos, el coronel Barclay Kennon, y extensas argumentaciones sobre la probabilidad de que la tierra del Fusang fuera México o Perú.9

Poco tiempo después de la difusión del libro de Leland –en la época en que la investigación arqueológica y de fuentes coloniales sobre Mesoamérica no existía como hoy–, naturalistas y navegantes, incluso literatos, retomaron y ampliaron los datos sobre la hipótesis de que el viaje de Hwui Shan en el siglo v hubiera sido a México.

Historiadores y académicos de la American Oriental Society,10 con la misma pobreza de fuentes, por su lado, descartaron esa posibilidad; algunos historiadores de antigüedades razonaron que la tierra del Fusang, “East of China”, podría ubicarse en las inmediaciones de China y apuntaron hacia Corea y Japón.

El relato de Hwui Shan publicado por Neumann/Leland, sin embargo, llamaría la atención de una poderosa imaginación, la de Edward Payson Vining. Vining era gerente de embarques para la Union Pacific Railroad y gozaba de una muy mala reputación: contemporáneos suyos lo describen como un negociador ventajoso y sin escrúpulos. Pero su oscura personalidad en los negocios tenía un lado luminoso en su faceta de escritor: lo caracterizaba una curiosidad ilimitada, también una dedicación incansable para desarrollar y fundamentar las hipótesis más descabelladas, volviéndolas probables o posibles en sus libros. En 1881 escribió, por ejemplo, uno titulado “The Mystery of Hamlet” (El Misterio de Hamlet). Se trata de una larga e intrincada argumentación demostrando que Shakespeare sugirió que Hamlet fue una mujer que se disfrazó de hombre para asegurarse el trono danés. El hermano del asesino de Abraham Lincoln, el actor Edwin Booth, llevó a los escenarios esta propuesta y la película danesa de 1920, con la actriz Asta Nielsen, la llevó a la pantalla.

Setecientos cuarenta y seis caracteres o ideogramas chinos constituyen el total de la extensión del relato de Hwui Shan que Neumann/Leland tradujeron y que catapultó –no hay otra palabra– la imaginación de Payson Vining; porque Vining convirtió ese corto relato del monje budista en un libro de ochocientas páginas.

Ed Parks –quien ha estudiado detalladamente An Inglorious Columbus, título que Payson Vining dio a su obra publicada en 1885– concluye que es un tratado “fascinante”, aunque también “casi ilegible”. Vining incluyó en su libro una argumentación tan extensa como intrincada, llena de densas explicaciones gramaticales, historias minuciosas –por ejemplo, sobre el budismo–, e incluyó extensas reproducciones y citas de todos los argumentos que sinólogos y exploradores anteriores habían escrito sobre el monje y su viaje transoceánico en el siglo V. Además, incluyó en el libro la versión original –con caracteres chinos tomados de Ma Twan-lin– con ocho posibles traducciones, incluyendo una propia aunque Payson Vining no conoció el chino.

Un acto de locura literaria, sin lugar a dudas, que le permitió arribar a varias conclusiones fascinantes (derivadas algunas de complejísimos argumentos gramaticales); por ejemplo, que la deidad tolteca Quetzalcoatl no significa “serpiente emplumada” sino “visitante de honor” y que ése fue el mismísimo Hwui Shan en Mesoamérica.11

LA TIERRA DEL FUSANG

La argumentación más recurrida (y documentada) sobre la trayectoria que Hwui Shan pudo haber tomado hasta arribar a la tierra del Fusang –si ésta estuviera localizada en América y debido a la magra recuperación arqueológica de artefactos mesoamericanos en ese tiempo– sólo podía provenir de quienes habían navegado los océanos.

La investigación arqueológica y de fuentes coloniales sobre las culturas mesoamericanas, ya no diré de su primera época, estaban y están aún en desarrollo y discusión como para que pudieran servir de pruebas del arribo del monje en el siglo v a tierras mesoamericanas.

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Список литературы Dicen las crónicas que un monje budista...

  • Agradezco la investigación que Margarita Ashwell realizó para la publicación de este ensayo. Ella fue la que me puso en la pista de Hwui Shan cuando me obsequió el libro de Gary Beddes, Kingdom of Ten Thousand Things, Sterling Publisher, March (2007).
  • Su nombre está occidentalizado –a lo largo de los siglos, en diversos documentos– y aparece indistintamente como Hoei-shin, Huisen, Hui-shen, Hoei-shin, Fu Sang y Hwui-shin.
  • Samuel Wells Williams, profesor del Yale College presentó sus puntos de vista sobre este viaje ante la American Oriental Society el 25 de octubre de 1880 y anotó el nombre de la dinastía como Tsi. Véase de este autor “Notices of Fu-Sang and other Countries Lying East of China, Given in the Antiquarian Researches of Ma Twan-lin”, Journal of the American Oriental Society, vol.11 (1882-1885) 89-116, disponible en www.jstor.org/journal/aos.html
  • De Guignes escribe Li yen.
  • Nuevamente la grafía occidentalizada cambia según la fuente. S. Wells Williams escribe Wan Hien Tung Kao, anota los caracteres chinos y traduce al inglés este título como Antiquarian Researches. Lo he traducido al español como Investigaciones de antiguallas. Existe también la fecha de 1317 para la edición de la enciclopedia de Ma Twan Lin.
  • Tomado del libro y su amplia bibliografía de Gavin Menzies, 1421: The Year the Chinese Discovered America. Gavin Menzies comandó un submarino británico durante la Segunda Guerra Mundial; ya retirado escribió este libro. Su documentación y bibliografía son extensas, al igual que sus conocimientos sobre la navegación oceánica, pero sus investigaciones sobre el “descubrimiento” del continente americano por naves chinas en la antigüedad todavía aguardan validaciones y mayores comprobaciones.
  • “¿Por qué conservar esta absurda noción de ‘clásico’?” se pregunta Christian Duverger. Toda la historia del México antiguo “va acompañada de cierta vaguedad cronológica” puntualiza en El primer mestizaje: La clave para entender el pasado mesoamericano, conacyt, inah, Taurus, México (2007). Seguiré, de ahora en adelante, su propuesta cronológica. Ver p.191.
  • El texto y las observaciones de Karl F. Neumann están incluidos en el libro de Charles G. Leland disponible en http://www.sacred-texts.com/earth/fu/index.htm El libro de Leland es del dominio público porque fue publicado en fecha anterior al 1 de enero de 1923. Existe también una nueva edición a la venta.El volumen de 800 páginas del norteamericano Edgard P. Vining llamado An Inglorious Columbus, editado en Nueva York en 1885 se encuentra digitalizado y disponible en http://books.google.com/books?id=h29BAAAAIAAJ
  • Las uentes principales de la argumentación de que la tierra del Fusang estuvo en México en el libro de Leland son La historia de la conquista de México de Prescott –quien hoy sabemos nunca estuvo en México–, la Storia antica del Messico de Clavijero y Historia de le [sic] conquista de Bernal Dias [sic].
  • Wells Williams S. Op.cit.
  • “Chinese Whispers: Edward Payson Vining’s Art of Error” de Ed Park, publicado en el Village Voice de Nueva York el 17 de enero de 2001.
  • Esta corriente en el Pacífico lleva por nombre, en otros documentos, Kuro-shivo.
  • Wells Williams S. “Notices of Fu-Sang and other Countries Lying East of China, Given in the Antiquiarian Researches of Ma Twan-lin”, Journal of the American Oriental Society, vol.11 (1882-1885).
  • Ver, por ejemplo, “Was America the Wonderful Land of Fusang?” de Robert Larson, American Heritage Magazine, abril (1966). Larson es artista y periodista. Cabe recordar también la aventura en barca (y publicaciones relacionadas con ella) de Thor Heyerdahl en el Kon-Tiki y su travesía por el Pacífico en 1962; o la de Kenichi Oiré en su bote de vela; si bien estas travesías fueron por el Pacífico Sur desde Polinesia hacia el Perú. Ésta es una ruta, según explican algunos expertos en viajes marítimos, posiblemente más difícil que la que pudieron haber usado los monjes budistas por el Pacífico Norte para arribar al continente americano.
  • Wells Williams S. “Notices of Fu-Sang and other Countries Lying East of China, Given in the Antiquiarian Researches of Ma Twan-lin”, Journal of the American Oriental Society, vol.11 (1882-1885) 89-116, está disponible en esta dirección: www.jstor.org/journal/aos.html En esta contribución de Wells se incluye todo el relato, traducido al inglés por Leland, del viaje de Hwui Shan.
  • Existe otra grafía occidentalizada para estos nombres ofrecidos por Neumann/Leland: Tuilu, pequeño Tuilu y Na-to-scha.
  • “Five pecks” o “five bushels” es la cantidad traducida al inglés por Charles G. Leland.
  • Tomado de la traducción de Neumann/Leland (1875) y de S. Wells Williams (1880).
  • Fólder 506, Caja A-11, Archivo Kirchhoff, Biblioteca del inah Puebla. El ensayo no está fechado, pero tiene la referencia del Congreso de Americanistas que se celebraría en “agosto”.
  • De Paul Kirchhoff, “The Adaptation of Foreign Religious Influences in Pre-Spanish Mexico”, Diógenes (1964). Sólo existe una versión en inglés que se puede consultar en http://dio.sagepub.com
  • Kirchhoff P. “Mesoamérica: sus límites geográficos, composición étnica y caracteres culturales”, Acta Americana, vol. I, 92-107.
  • A instancias de Guillermo Bonfil Batalla, director del inah, el trabajo de terminar la edición, revisión y traducción de los documentos coloniales conocidos como la Historia Tolteca-Chichimeca quedó bajo la dirección y conclusión de Luis Reyes y Lina Odena Güemes.
  • Ver a Carlos García Mora en Paul Kirchhoff: Escritos selectos, vol. I, unam (2002).
  • “The Adaptation of Foreign Religious Influences in Pre-Spanish Mexico”, op. cit.
  • “México entre Oriente y Occidente”, op. cit.
  • A partir del estudio, la publicación y traducción de los códices prehispánicos y coloniales –especialmente el Códice Borgia que contiene el tonalpohualli o calendario sagrado y adivinatorio– la medición del tiempo y el espacio mesoamericano son finalmente accesibles. También su complejidad: son cuentas sagradas, espaciales y temporales a la vez. Kirchhoff hace referencia a este calendario –el tonalpohualli– de 260 días, ordenado en 20 trecenas, en el cual cada signo del calendario está asociado a una dirección del universo según un movimiento de rotación inmutable: Este, Norte, Oeste, Sur. El primer signo, cipactli/imix, está asignado al Este; el segundo, ehecatl/ik, al Norte; el tercero, al Oeste; el cuarto, al Sur y el quinto, al Este, y así sucesivamente. Una fecha siempre está vinculada con una dirección del universo. Los signos del Este son el cocodrilo, la serpiente, el agua, la caña y el movimiento. Los signos del Norte son el viento, la muerte, el perro, el jaguar y el pedernal. Los signos del Oeste son la casa, el venado, el mono, el águila y la lluvia. Los signos del Sur son el conejo, la lagartija, la hierba, el zopilote y la flor. Kirchhoff apuntala las similitudes que existen entre estos símbolos mesoamericanos con los símbolos calendáricos asiáticos. Ver: Anders F, Jansen M, Reyes García L, Los Templos del Cielo y de la Oscuridad, libro explicativo del llamado Códice Borgia, fce, México (1993).
  • Tylor EB. “On the game of Patolli in Ancient Mexico and its probable Asiatic Origin”, Journal of the Royal Anthropological Institute of Great Britain and Ireland, vol. 8 (1879).
  • En la ponencia publicada (Diógenes: 1964) Kirchhoff sólo menciona, sin ninguna referencia a Caso, el estudio de Tylor. Alfonso Caso respondió a las propuestas difusionistas de Kirchhoff en “Answer to Paul Kirchhoff” en Diógenes, no. 47 en 1964. Pesos pesados de la antropología americanista, como Martínez del Río, pero también Kroeber AL, Taylor HC y Fraser D apoyaron a Alfonso Caso en esta controversia. Alfonso Caso desacreditó la postura de Kirchhoff recurriendo a los tiempos de los horizontes arqueológicos mesoamericanos que no corresponden, según sostuvo, con la aparición de los calendarios en Asia y menos con la posibilidad de viajes transpacíficos porque el calendario mesoamericano hace su aparición en el horizonte olmeca en el primer milenio antes de Cristo.
  • Heine-Geldern murió en 1967. Dedicó su vida al estudio de las similitudes simbólicas e iconográficas entre las culturas hindúes con México y América Central. Una bibliografía parcial de su obra se encuentra en Gardini W, “Asiatic Influences on Pre-Columbian Cultures”, Diógenes (1974); 22; 106. Disponible en http://dio.sagepub.com ; publicado por sage Publications www.sagepublications.com
  • Von Heine-Geldern R. Significant Parallels in the Symbolic Arts of Southern Asia and Middle America (1951). Ver también “Cultural Connections between Asia and Pre-Columbian America” en Anthropos, vol. 45, (1950) y “The Problem of Transpacific Influences in Mesoamerica” en el Handbook of Middle American Indians, vol. iv, Austin (1966).
  • Beddes G. Kingdom of Ten Thousand Things, Sterling Publisher, March (2007).
  • 11 de septiembre de 2001.
  • He tomado prestada esta frase de Christian Duverger. Ver El primer mestizaje: la clave para entender el pasado mesoamericano, conacyt; inah, Taurus, México (2007) 15-16.
  • Se refiere a la Ofrenda 4 de La Venta, Tabasco. Horizonte olmeca. Son en realidad 16 figuras de jade asociadas a seis hachas. Las figuras están colocadas de pie, sobre un piso de arena, y las hachas están clavadas también en la arena como si fueran estelas. Actualmente este conjunto de figuras está bajo el resguardo del Museo Nacional de Antropología; son consideradas por los especialistas entre las piezas más misteriosas y notables del horizonte cultural olmeca mesoamericano. Coincidentemente adornan la tapa de la edición del libro citado de Christian Duverger.
  • Esta y otras piezas fueron expuestas en la Galería Nacional de Arte de Washington dc en 1966.
  • Mike Xu ofreció posteriormente esta lectura completa de las hachas: “Practiquemos la adivinación sobre el entierro en el templo de piedras y hagamos ofrendas de sacrificio para conocer el espíritu de los ancestros”. Es importante considerar que el lenguaje escrito típicamente mesoamericano es simbólico, como lo explica Duverger C (op. cit.). Más aún, los olmecas, originarios inventores de la escritura mesoamericana combinan una búsqueda estética en sus glifos y representaciones figurativas. Los glifos son ideográficos y no tienen conexión lógica con alguna fonetización. La escritura ideográfica –no sólo la olmeca– se puede así fonetizar en cualquier idioma.
  • Chapman CE. “The Chinese along the Pacific Coast in Ancient Times” en A History of California: The Spanish Period, New York (1921).
  • Heine-Geldern había formado discípulos e investigadores que siguieron sus teorías. Después del XXIII Congreso de Americanistas y la influencia de Kroeber AL estas líneas de investigaciones fueron desdeñadas como provenientes de “entusiastas bien intencionados”, pero sin validez científica. Estudiosos y apasionados del arte mesoamericano mantuvieron, sin embargo, la investigación sobre la relación entre Asia y Mesoamérica. Ver, Covarrubias M, The Eagle, the Jaguar and the Serpent. Indian Art of the Americas, New York (1954). Garibay AM, “Semejanzas de algunos conceptos filosóficos de las culturas hindú y nahuátl” en Cuadernos Americanos, México, vol.103 (1959). Naudou J también dejó inconcluso, por su muerte, un estudio comparativo entre el estilo de los frisos Amarávati y el Templo de los Jaguares en Chichén Itza: “A propos d’un éventuel emprunt de l’art maya aux arts de l’Inde extérieure” en Actas del XXXIV del Congreso Internacional de Americanistas, Viena (1962).
  • Duverger C. Op. cit.
  • Megger B, Evans C, Estrada E. Early Formative Period of Coastal Ecuador. The Valdivia and Machalilla Phases, Smithsonian Institute, Washington (1965).
  • Un poema chino del siglo III dice: “al este del Océano del Este están / las costas de la tierras del Fusang / si al arribar allí viajas / hacia el Este por 10 mil li / llegarás a otro océano azul/ vasto, enorme, sin fin”. Citado por Robert Larson en su artículo para la revista American Heritage de abril (1966). Op. cit. Zu Qian-zhi en su ensayo titulado “Fu-sang-gwo Kao-sheng” de 1941, según nos explica Gardini W, op.cit, refiere que Fusang es un término que se usaba en China para el Japón con anterioridad al viaje de Hwui Shan en el siglo V.
  • El compás magnético hizo su aparición durante la dinastía Qin (221-206 a.C.). Con mucha anterioridad los adivinadores de la fortuna en China utilizaron un mineral de óxido de hierro que se alineaba en dirección Norte-Sur.
  • Gordon Ekholm es el primer arqueólogo que investiga sistemáticamente las secuencias culturales mesoamericanas de Sonora y Sinaloa
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